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¿Podremos convivir en esta Bogotá?

junio 23, 2011

Julio José Orozco
Abogado Comercialista de la firma OROZCO Legal & Co.
www.orozco.legal
j.orozco@orozco.legal

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Diario LA REPÚBLICA / Asuntos Legales

En nuestra querida ciudad de Bogotá, Distrito Capital, sólo unos días atrás, hemos sido testigos de hechos que desquician la concepción y escala de los más elementales factores que se indican para la sana convivencia en las sociedades.

Una irracional gresca a altas horas de la noche, protagonizada por jóvenes, tanto usuarios del sistema de taxis como taxistas, condujo a la muerte por apuñalamiento de un individuo, cuyo perfil y profesión parecía estar encaminado a un buen futuro. Al parecer un pequeño disgusto por el costo del servicio, hizo que un usuario, bajo los efectos del alcohol, golpeara con su mano la parte externa delantera del automotor, con la desencadenante y trágica situación: más de 10 taxis llegaron a ese lugar, y la riña que involucró a más de 16 personas se salió de control.

Sólo unos días después, una madre, quizás en un irremediable estado de desesperación y disgusto, lanzó a su bebé desde un cuarto piso de un centro comercial, para después cometer suicidio de la misma forma. La dantesca escena de un bebé con trauma cráneo encefálico severo y fracturas, en el primer piso de un importante centro comercial, conmocionó de manera nunca vista a los habituales visitantes y compradores, quienes a gritos y llanto paralizaron las ventas y alertaron a las autoridades.

Sólo un mes atrás, antes de todo esto, en un barrio de la periferia, una increíble asonada registrada en vídeo, muestra como más de 15 enfurecidos ciudadanos se tomaron a piedra y palo una casa, a altas horas de la noche, pasando por encima de la policía, para hacer justicia con sus propias manos y desenmascarar y seguramente linchar a un supuesto violador de menores.

Qué nos está sucediendo? Por qué estas expresiones de la más pura y visceral violencia e intolerancia? Nuestros Códigos de Convivencia Ciudadana se encuentran derogados de facto, no conocemos la tolerancia, no sabemos qué es la conciliación, no se nos ha educado en prevención de la violencia, nos sentimos desamparados, pero el peor diagnóstico: No confiamos ni creemos en el aparato administrativo distrital ni en el de justicia.

En nuestro estado de derecho, la acción que más cerca está del alcance de los ciudadanos, es la Acción Policiva. Antes de poner en movimiento el aparato de justicia, para el conocimiento y judicialización de todos estas tristes y repulsivas eventualidades, el ciudadano recurre al policía. Así, el agente de policía, como le hemos comprobado, acude prontamente al hecho generador de violencia que se denuncia a través de las líneas de atención. En los 3 hechos narrados párrafo arriba, la presencia de la Policía no se hecha de menos. Sin embargo, pese a su autoridad y medios, no logra esta presencia evitar la reproducción de furia que se desata.

Considerando el amplio abanico de explicaciones, puedo manifestar, sin temor a equivocarme, que en gran parte, los grandes problemas de la administración distrital influyen sociológicamente en los conatos de violencia, grescas y asesinatos que padecemos por estos meses en la capital. El destape de los grandes casos de corrupción, carteles en la contratación, robo de anticipos, obras sin terminar y demás, desautorizan a la administración distrital frente al ciudadano, y éste, en su dimensión humana natural, se infecta del desmadre que vive la ciudad y adopta soluciones y toma caminos ajenos al derecho y las buenas costumbres.

Definitivamente, una ciudad que se muestra como enemiga de sus ciudadanos, influye en el sentimiento de afecto y respeto de éstos por sus autoridades y funcionarios. En Barranquilla, los altos índices de popularidad del mandatario local, y la ejecución pronta de obras necesarias como colegios y vías, y otras de saneamiento básico como alcantarillado y redes de energía, han disminuido sustancialmente ese odio y desdén del ciudadano para con su ciudad. Bogotá tiene en pocos meses la nueva oportunidad de restituir la institucionalidad. Ojalá seamos los ciudadanos conscientes, de que una Administración Distrital ejemplarizante logra sin duda convencer e influir en el comportamiento del ciudadano.

Julio José Orozco O.
OROZCO Legal & Co.
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